¡Los organoides cerebrales pueden hacer que los robots sean tan conscientes como los humanos!

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Los organoides cerebrales existen desde aproximadamente 2013. A veces llamados organoides cerebrales, los organoides cerebrales son cerebros en miniatura creados en el laboratorio a partir de células madre pluripotentes humanas.

Un grupo de biólogos, encabezado por Alysson Muotri de la Universidad de California en San Diego, había desarrollado organoides cerebrales del tamaño de la cabeza de un alfiler. Cada uno de ellos produjo los mismos químicos y señales eléctricas que esas células en nuestro cerebro. Empacaron los organoides a bordo de un cohete y los enviaron a la Estación Espacial Internacional de la NASA en julio para ver cómo se desarrollan en gravedad cero.

Se colocaron en una caja de metal junto con bolsas de caldo nutritivo. Ahora, se están replicando rápidamente y, por primera vez, los investigadores han registrado ondas cerebrales simples en estos organoides. Los investigadores encontraron que estas ondas cambian de manera que se asemejan a los cambios en los cerebros en desarrollo de los bebés prematuros.

¡Algunos investigadores dicen que estas ondas cerebrales son una señal de que los organoides podrían ser capaces de tener conciencia! Temen que si los experimentos continúan, potencialmente podría significar la creación de seres humanos conscientes de sí mismos. En particular, los laboratorios de todo el mundo actualmente cultivan organoides cerebrales, lo que ofrece a los científicos una nueva ventana a las primeras etapas del desarrollo del cerebro humano.

En un experimento reciente, los científicos vincularon un organoide cerebral y un robot con forma de araña, para que los dos pudieran intercambiar señales. La computadora actúa como una interfaz cerebro-computadora (BCI) (a veces llamada interfaz de control neuronal – NCI), traduciendo las señales eléctricas de los organoides. Luego, la computadora asigna una función (caminar, por ejemplo) a la señal y envía esa información al robot. Como resultado, el robot comienza a dar un paso adelante.

Mientras se acercaba a la pared, el robot usó sensores que determinan su ubicación. La computadora transmitió estas señales al organoide en forma de pulsos eléctricos. Hasta la fecha, los científicos aún no pueden decir si estos experimentos afectarán el desarrollo posterior de los organoides. O bien, los organoides, junto con los robots, alguna vez se volverán tímidos como los humanos y serán un peligro para la especie humana. Sólo el tiempo dirá.

En particular, la compañía de Elon Musk, Neuralink, está logrando un progreso increíble en la construcción de tecnología que permite a los humanos acceder a más funciones de su cerebro. La empresa desarrolla interfaces entre cerebros y máquinas. Una persona paralizada puede, por ejemplo, usar un IMC para mover un cursor o un brazo robótico. Estas opciones les permiten mantener una mayor libertad física.

Aunque la tecnología de Musk se encuentra en su etapa inicial, la compañía ya ha construido dos prototipos que son capaces de registrar la actividad del cerebro en múltiples regiones de la corteza. Uno cuenta con 1.536 canales de grabación, mientras que el otro tiene 3.072. Durante una presentación en vivo, Max Hodak, presidente de la compañía, dijo que probaría la nueva tecnología el próximo año en cinco personas paralizadas para ver si pueden usarla para mover el cursor del mouse y escribir con el cerebro. Hasta ahora, Neuralink solo se ha probado en ratas. Sin embargo, la comunidad de investigación espera con anticipación los resultados de los ensayos en humanos planificados por la compañía.